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¿Cómo gestionar el divorcio de forma adecuada?

¿Tienes problemas en tu relación matrimonial y no sabes si divorciarte? ¿Estás pensando en divorciarte y no sabes cómo hacerlo? ¿Crees que si te divorcias tus hijos van a sufrir graves consecuencias? ¿Te gustaría divorciarte y no lo haces por miedo a dañar a tu hijo? ¿Estas divorciado y observas alteraciones en el comportamiento de tu hijo? Estas leyendo el artículo adecuado. En él os cuento de forma breve la definición de divorcio, las principales causas precipitantes, así como las consecuencias, también os cuento cuáles son las alteraciones que puede vivir el infante a raíz del divorcio, y, finalmente, os dejo algunos consejos para hacer que el divorcio sea algo más llevadero posible.

En Cantabria, el divorcio es un tema de especial interés pues sabemos que ésta es la comunidad autónoma que ocupa un cuarto puesto en número de divorcios a nivel nacional siendo Santander, Torrelavega y Castro Urdiales los territorios con mayor tasa. 

¿Cómo gestionar el divorcio de forma adecuada?

Empecemos por un poco de historia. Desde la época de los visigodos, se han desarrollado múltiples excepciones políticas que permitían finalizar el matrimonio sólo bajo ciertas circunstancias como, por ejemplo, cuando se daba adulterio por parte de la mujer. Concretamente en España se permitió el divorcio legal en 1981, sin embargo este no fue libre hasta el año 2005.

¿Qué entendemos por divorcio?

Actualmente, se entiende por divorcio a la ruptura de un matrimonio decretada por la autoridad competente y que, por tanto, supone la disolución jurídica definitiva de tal matrimonio; esto supone que las partes tengan derecho de volver a contraer matrimonio civil con otras personas ajenas a la pareja. En ocasiones usamos divorcio indistintamente, pero lo cierto es que existen diferentes formas:

  • Separación matrimonial que sería la situación intermedia entre el matrimonio y el divorcio, quedando el matrimonio suspendido pero no permite volver a contraer matrimonio con una tercera persona.
  • Divorcio, que es la disolución del matrimonio mediante la sentencia de un juez y cese de la convivencia conyugal, permitiendo a los miembros poder contraer matrimonio civil posteriormente.
  • Nulidad matrimonial, para lo cual debe alegarse una serie de casos específicos que difieren en función de si se solicita la nulidad civil o la eclesiástica.

Causas principales que llevan a una pareja a plantearse el divorcio

Podemos destacar la falta de autoconocimiento, las expectativas poco realistas respecto a la relación de pareja y/o falsas creencias del amor romántico. También es bastante frecuente la falta de empatía y de aceptación del otro, así como la falta de responsabilidad afectiva con respecto a la pareja y/o familia. Otras cuestiones habituales son la existencia de celos e infidelidades, la rutina y el aburrimiento.

Por otro lado,  el desinterés mostrado por alguna de las partes para mejorar la relación por ejemplo a través de una terapia de pareja también puede precipitar el divorcio. Además de otras cuestiones más personales de cada miembro como puede ser algún trauma vivido durante la infancia, la aparición de algún tipo de violencia y, especialmente, la falta de habilidades de comunicación, que pueden dar lugar a malentendidos y a la no resolución de situaciones difíciles.

¿Y qué consecuencias puede traer la decisión de divorciarse?

Podemos afirmar que el divorcio se vive como una crisis vital y por tanto se da un periodo de duelo. Y afecta a diversos ámbitos del día a día, tanto personales y emocionales como económicos, sociales y familiares. También debemos de tener en cuenta que esto variará en función del tipo de divorcio –ya sea de mutuo acuerdo o unilateral– puesto que puede alargarse más o menos en el tiempo e incidir en un mayor o menor desgaste emocional y económico.

Y si hay descendencia de por medio ¿Cómo afecta el divorcio a los hijos?

Esta va a depender en gran medida de cómo los progenitores lo gestionen.  Socialmente, se cree que, si los padres se divorcian, el niño sufrirá graves consecuencias. Sin embargo, sabemos que esto no tiene por qué ser así pues para el bienestar del niño es contraproducente que sus padres sigan juntos cuando la relación está rota, hay discusiones de forma frecuente o viven en un ambiente de tensión constante.

Aunque es verdad que cuando el divorcio no se gestiona bien, los infantes cuyos padres están divorciados pueden volverse una especie de  “espías” o “mensajeros” y acarrearles problemas en diferentes ámbitos. Como puede ser:

  • A nivel psicológico: baja autoestima o sensación de abandono
  • A nivel social: problemas en las habilidades sociales, pérdida de vínculos afectivos o cambios en la rutina de vida
  • A nivel escolar: apatía al estudio, disminución  en el rendimiento académico y absentismo escolar.

Otra cuestión que puede darse es que el progenitor que reside junto al niño, puede transmitir odio y rechazo –de forma consciente o inconsciente– hacia el otro progenitor. Esto podría deteriorar el vínculo entre el niño y el progenitor no conviviente mientras se mantiene un pacto de lealtad y afectividad con progenitor conviviente.

En ocasiones, nos centramos en los cambios que aparecen en el infante y es para lo que se busca ayuda profesional, sin darnos cuenta que en realidad es un síntoma de una mala gestión por parte de los adultos. 

Como nos parece un asunto de gran importancia, os dejo a continuación un par de guías para gestionar de forma adecuada el divorcio.

Puedes descargar ambas infografías aquí de forma totalmente gratuita

Artículo redactado por: Noelia Puyal alumna en prácticas del Centro L’amor, supervisado por Laura Montero Ramos

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